Definición de Economía de la Edad Media | Diccionario Economico
La economía de la Edad Media se refiere al sistema económico y social que prevaleció en Europa durante ese periodo, caracterizado por la agricultura como principal actividad económica, una estructura feudal, intercambio de productos a través del trueque y la ausencia de un sistema monetario establecido.
En la Edad Media, el feudalismo era el sistema que organizaba la economía agraria, mientras los artesanos y la burguesía surgían con fuerza en las ciudades.
No por ello el comercio fue menos importante, ya que permitía el abastecimiento de las ciudades y el acceso a materias primas y bienes de tierras lejanas. Cabe destacar también la consolidación de la moneda como forma de pago en los mercados y el desarrollo de la contabilidad.
La economía de la Edad Media: el sistema feudal
La Edad Media y su economía no se pueden entender sin el feudalismo. Así, el feudalismo supuso que la mayoría de la población, que eran campesinos, se sometieran al señor feudal a cambio de protección. Esta lealtad significaba no solo obediencia, sino también la obligación de pagar impuestos a los nobles sobre los que cultivaban la tierra.
Así, el lino, organizado por el señor feudal, se convirtió en la principal unidad productiva de la Edad Media. Por este motivo, los excedentes de cosecha debían ser entregados al señor feudal. Los pagos a los nobles debían hacerse en monedas o en especie.
De la mano del feudalismo surge el señor feudal, que actúa como garante de seguridad y protección a cambio de excedentes. Y radica en que los nobles locales debían proteger a sus súbditos de posibles invasiones o ataques. Por otro lado, la iglesia, que también era propietaria de la tierra, desempeñaba un papel de intermediación entre nobles, reyes y el campesinado.
Economía de la Edad Media: Gremios
En la economía de la Edad Media, siendo esencialmente agrícola, la actividad manufacturera estaba en un segundo plano. Así, la producción de las manufacturas estaba en manos de artesanos ubicados en las ciudades.
Tratando de proteger sus intereses políticos y económicos, los artesanos se unieron en gremios. Cada oficio tenía su propio gremio (alfareros, herreros, joyeros, sastres, carpinteros, zapateros, tejedores, panaderos, panaderos, carniceros y muchos otros). Así, los sindicatos se convirtieron en estructuras muy cerradas y con una marcada jerarquía. Así, el estudiante aprendió cierto oficio y después de un tiempo se convirtió en oficial. El siguiente paso fue la transición de aprendiz a maestro, donde el artesano, habiendo presentado su “obra maestra” al maestro, ya podía tomar las riendas del gobierno en sus propias manos.
La razón de ser de los sindicatos surgió por la falta de mecanismos de protección social por parte de los estados. Por ello, los miembros de un mismo gremio se ayudaban mutuamente en situaciones de enfermedad o en el cuidado de huérfanos y viudas.
Además de las formas de protección social que discutimos anteriormente, el sindicato también hizo posible proteger los derechos económicos de los artesanos. Por esta razón, eran los encargados de asegurar el suministro de materias primas, establecer las condiciones para unirse al gremio o fijar los precios de venta de los productos.
Economía de la Edad Media: el comercio
La creciente importancia de la burguesía y la producción permitió un aumento del comercio.
Gracias a esto, los mercados ubicados en las ciudades se han convertido en un excelente lugar para el intercambio comercial. Además, el crecimiento de la población y el desarrollo de la tecnología agrícola contribuyeron a la expansión del comercio, ya que permitió un mayor excedente de productos agrícolas para el comercio.
Los mercados permitieron abastecer a la población, lo que se vio facilitado por la paulatina mejora de las comunicaciones. Por otra parte, el comercio trajo consigo el uso frecuente de monedas como medio de pago, lo que permitió fortalecer el sistema monetario y brindar unidades de referencia en la valoración de los bienes.
Sin embargo, el comercio no se limitó a áreas regionales o locales, sino que también hubo comercio a larga distancia que ganó importancia a partir del siglo XII. En esta expansión del comercio, las cruzadas y las rutas comerciales hacia el este tienen una gran importancia. Los artículos de intercambio más frecuentes fueron las especias, los alimentos, el vino, los textiles y, lamentablemente, el comercio de esclavos. Así, las zonas de influencia de los mercaderes más emprendedores se ubicarían en el Mediterráneo y el Báltico.
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