Definición de Odio | Diccionario Economico
El odio, según Diccionario Economico, se refiere a un sentimiento de aversión profunda y negativa hacia algo o alguien, que puede ser motivado por diferentes factores, como diferencias ideológicas, religiosas, raciales o sociales. Es considerado un fenómeno emocional con implicaciones sociales y psicológicas.
El odio es uno de los muchos sentimientos negativos que experimentan las personas. Esta es probablemente la más perversa, contraproducente y destructiva de todas. Ya que cuando alguien o un grupo es odiado, se desea hacer daño a sí mismo, para que algo salga mal en su vida, y experimente sentimientos y experiencias negativas. El odio, si se exterioriza y se materializa en acciones concretas contra determinados individuos, conduce a conflictos. A nivel macro, esto puede incluso degenerar en guerras y conflictos civiles.
El odio también puede surgir hacia animales, objetos o eventos. Por ejemplo, insectos, armas o lluvia. Esto implica el deseo del que odia de eliminar o limitar estas cosas. Esto generalmente se debe a una mala experiencia personal. En los casos específicos mencionados anteriormente, esto puede deberse a una alergia a los mosquitos; muerte de un familiar en un conflicto armado; o mojarte porque vas a todos lados.
¿El odio es racional o irracional?
Las personas tienen sentimientos racionales e irracionales. Los primeros tienen una explicación lógica, sustentada en la razón. Por otro lado, experimentamos sentimientos irracionales sin tener una explicación razonada, simplemente sin saber por qué nuestra mente los siente. El odio se puede experimentar irracionalmente cuando no tenemos un argumento válido sobre lo que odiamos, nuestra mente simplemente lo traduce, haciéndonos sentir de esa manera.
En algunos casos, podemos confundir el odio racional con el irracional, ¿cómo sucede esto? Si nuestro odio se construye deliberadamente, pero sobre premisas equivocadas. Al igual que el odio racial, por ejemplo, a menudo se basa en nociones preconcebidas o conceptos erróneos. Un ejemplo concreto es el holocausto nazi, los líderes alemanes creían que los judíos eran los culpables de los problemas que sufría el país, y esto legitimaba su exterminio.
El odio también puede ser racional si está bien pensado y basado en razones objetivas (lo que no significa que sea moralmente correcto o incorrecto). Por ejemplo, si un conductor ebrio atropella y acaba con la vida de un miembro de nuestra familia, si odiamos a esa persona, lo hacemos bajo la influencia de hechos concretos y objetivos. Esta visión del odio como sentimiento racional se ve confirmada también por el hecho de que las decisiones que se toman a raíz de él en relación con quien lo provoca son bien calculadas y deliberadas. En otras palabras, dado que el odio en sí mismo es irracional, las acciones que tomamos basadas en este sentimiento pueden ser racionales.
Odio e ideologías
A menudo construimos nuestra ideología más sobre lo que no nos gusta que sobre lo que hacemos. O le damos forma en base al hecho de que tenemos que lidiar con algunas ideas que hacen que la nuestra sea imposible. O que nuestra infelicidad personal o colectiva se deba a otras personas. Cuando estas afirmaciones se llevan al extremo, se puede decir que nuestra ideología y preferencias políticas se forman a partir del odio hacia algo o alguien.
La ideología marxista se forma sobre la base de la idea de que la historia de la humanidad se sustenta en la lucha de clases en la que los dueños de los medios de producción explotan a los trabajadores. Así, en el corazón de la ideología marxista y sus derivados están las ideas de odio al patrón. Creyendo que su riqueza proviene del sufrimiento y la opresión de los trabajadores. Así, se puede decir que el marxismo odia al empresario y por lo tanto pretende acabar con él; y así lo muestran sus autores a través de sus obras.
Ideología fascista tampoco escapa a este componente del odio, pues identifican a los enemigos del Estado y de la nación y los combaten con la cárcel y la muerte. Durante el franquismo, masones, liberales y comunistas fueron considerados enemigos del régimen, atribuyéndoles un complot para acabar con España y sus valores tradicionales. Este odio alimentó su persecución.
Teóricamente, son las ideologías democráticas las que permiten y toleran a todas las personas e ideologías. A pesar de que todos ellos tienen cabida en el sistema político y social.
Experimento de Emile Bruno
Emile Bruno, un renombrado neurocientífico, realizó una serie de experimentos para encontrar una explicación al odio y formas de superarlo. Encontró que cuando una persona lee noticias negativas que afectan a su propio grupo, ciertas áreas del cerebro se ven afectadas. Pero esto no sucedió cuando otros grupos alienígenas experimentaron el mal.
También notó que muchos de los argumentos detrás del odio eran ideas preconcebidas o basadas en prejuicios. Y así lo confirmó cuando trató de exponer la hipocresía que sustentaba este sentimiento. Lo hizo mostrando a los estadounidenses que odian a los musulmanes un video en el que una mujer musulmana explicaba los peligros de las generalizaciones. Señaló que pensar que todos los árabes apoyan los actos terroristas del Estado Islámico es como culpar a todos los estadounidenses blancos por las acciones del Ku Klux Klan.
También afirmó en algunas entrevistas que lo que hace que estas personas cambien de opinión sobre su odio infundado es el trato personal hacia aquellas personas a las que odiaban. Uno de los casos que encontró se refiere a un ex convicto con tatuajes de esvásticas, cuando salió de prisión, fue contratado por un carpintero judío y aparentemente le pagó todo su salario. El hecho de que lo tratara bien alguien que a priori no debería haberlo hecho cambiar de opinión.
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