Definición de Gasto militar | Diccionario Economico
El gasto militar se refiere a la cantidad de dinero utilizada por un país para financiar actividades relacionadas con la defensa y seguridad nacional.
Los Estados necesitan fuerzas militares que garanticen su integridad territorial, actúen como elemento disuasorio y protejan a sus poblaciones. De ahí la necesidad de incluir el gasto militar en los presupuestos estatales.
Así, los ministerios o departamentos de defensa utilizan los recursos asignados de los presupuestos estatales para financiar el gasto militar. Sin embargo, la forma en que se gestionen y distribuyan los distintos artículos afectará no solo al sector público, sino también a las empresas privadas y, en particular, a la industria armamentista.
Cabe señalar que el gasto militar no incluye los montos correspondientes a las fuerzas policiales. Así, el gasto militar está compuesto por los salarios de los propios soldados profesionales, seguros, auxiliares de defensa civil, equipos, armas, suministros, instalaciones y comunicaciones.
Defensa, bien público
Dado que la defensa no es una mercancía, se considera un bien público, es decir, sólo puede ser proporcionada por el Estado. Aunque es cierto que cada vez hay más contratistas militares privados.
El hecho de que se destinen recursos a la defensa implica la reducción de otras partidas como la sanidad y la educación, entre muchas otras. En otras palabras, la asignación de partidas presupuestarias para fines militares está asociada a costos de oportunidad. De hecho, el gasto en defensa a menudo se compara con el gasto en salud o educación.
¿Qué se incluye en el gasto militar?
Los gastos militares incluyen los costos de mantenimiento de las instalaciones militares, los salarios del personal militar, su equipo e infraestructura, independientemente de que ocurran durante un período de paz o durante un período de guerra.
Por lo tanto, el gasto militar es una medida del potencial disuasorio de un país. Para ello se evalúan los costos e inversiones en equipos y plataformas.
De igual forma, la medición del gasto militar es un buen indicador de referencia para aquellos países que forman parte de grandes alianzas militares como la OTAN. Por lo tanto, al evaluar la contribución militar de cada país de la alianza, se tiene en cuenta su gasto en defensa.
Un costo difícil de medir
Uno de los grandes problemas del gasto militar es su cuantificación y comparabilidad. Esta es una variable difícil de medir. A todo esto hay que sumar la opacidad de muchos países a la hora de detallar sus gastos militares. Tampoco debemos olvidar que los países utilizan estándares muy diferentes para medir el gasto militar.
Sin embargo, la OTAN mide el gasto militar teniendo en cuenta los costes de los gobiernos nacionales en costes operativos, costes de construcción, adquisición y armamento.
Por el contrario, el FMI valora consideraciones más amplias a la hora de medir el gasto militar. En este sentido, el FMI tiene en cuenta el gasto de todas las administraciones (nacional, autonómica y local) en defensa civil y militar, el gasto en I+D y las ayudas militares recibidas del exterior. Es decir, la ONU también incluye la asistencia militar extranjera en su estimación del gasto en defensa.
De igual forma, cabe señalar que existe controversia a la hora de atribuir diversas partidas presupuestarias al gasto militar correspondiente al Departamento de Defensa. Esto se aplica a partidas como el gasto en programas espaciales, el gasto en I+D, la seguridad social o la participación en misiones internacionales.
controversia
Hay economistas que están a favor de estimular el gasto militar. Esto está ocurriendo en países como Estados Unidos, que cuentan con una poderosa industria militar. Así, a través del gasto público se promueve el sector privado, se crean puestos de trabajo, surgen nuevas tecnologías y surgen nuevas industrias. En otras palabras, muchos economistas estadounidenses argumentan que una parte significativa de la riqueza de su país está asociada con el desarrollo de la industria militar.
Por el contrario, un aumento del gasto público en defensa puede conducir a un endeudamiento excesivo por parte del Estado. De igual forma, hay quienes argumentan que estas partidas presupuestarias podrían destinarse a inversiones más productivas en el sector civil oa partidas sociales destinadas a satisfacer las necesidades de la población.
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